miércoles, 22 de agosto de 2007

Como te va mi amor


Hoy lo volví a ver.


Estaba bebiendo un rico café cuando lo vi, se veía avejentado, cansado, a lo lejos me pareció más un anciano. Durante dos años viví muchas experiencias con él, unas buenas, otras malas y otras espeluznantes, no pensé que resultaría un ser humano capaz de herir con sus palabras, capaz de mentir para hacerme daño, todo lo bueno que viví con él resultó una máscara, una mentira.

Muchas veces he querido recordar sólo las cosas buenas y alegres entre los dos, los viajes, las escapadas del trabajo, los paseos, las noches de pasión, los regalos... pero no puedo. Luego de recordar todo eso recuerdo los gritos, los reclamos, los celos infundados, las palabras hirientes, las infidelidades y los golpes.

Solo le permití tocarme con violencia en dos ocasiones. La primera vez se disculpó, como todos, flores, lágrimas, súplicas y promesas, lo amaba, quería creerle, lo perdoné y siguió igual.

La segunda vez no.

Definitivamente no me uniría a las estadísticas de mujeres golpeadas. Cuando se durmió, tomé unas pocas prendas de ropa, mi dinero y me fui de ese lugar. Sólo lo volví a ver cinco veces más, dos de ellas mientras tramitaba el divorcio. La reconciliación nunca fue una opción.

En muchas ocasiones había pensado en como reaccionaría si me lo topara en la calle, en si lo saludaría o si él se acercaría. Hoy que eso ocurrió... no pasó nada. Simplemente lo vi, volteó hacia dónde estaba yo. me dirigió la mirada un instante y siguió su camino, mis ojos lo siguieron hasta que desapareció entre la gente, bien podría haber sido como una escena hollywoodense pero sin la música.

Miré mi taza de café y le dí un sorbo mientras sonreía. El pasado sigue quedando cada vez más atrás.