Durmiendo con el enemigo
En el sexo es cuando mejor puedes conocer a tu pareja, es en esos momentos que sus verdaderos "principios" y "gustos" salen a flote.
Las personas pueden hablar durante horas sobre sus sentimientos, sus pasiones, sus gustos, sus razones y sus principios, pero es en la cama, es en el calor del momento, es en ese instante preciso en el que dominan sus instintos y su parte más feral, que su subconciente se revela y se da a conocer como es en verdad, dejando al descubierto la verdadera naturaleza de esa persona.
Esto nos sucede a todas y a todos, es parte de uno mismo, es parte de nuestra naturaleza.
La forma de tocar a la pareja, la forma de acariciarla, la mirada, la respiración, todo nos traiciona al darle rienda suelta a nuestros impulsos, al saciar nuestros primitivos instintos es que nos abrimos al otro y nos mostramos tal cual somos, es inevitable.
Tal vez el otro no se dé cuenta o tal vez podamos recobrar nuestra pose en un instante, pero es precisamente en un instante que quedamos desnudos y vulnerables.
En lo personal me gusta observarlos mientras estamos juntos, se aprende más por la simple observación que por las conversaciones, un gesto o una mueca me puede indicar una cualidad o puede abrir mis ojos a un defecto terrible. Para mí, la forma de acariciar, de tocar, de ver a la otra persona me indica el grado de interés o la intención verdadera detrás de sus palabras.
Experiencias más, experiencias menos, me han hecho una mujer observadora, generalmente no creo ni un 60% en las palabras ya que en el pasado me durmieron con ellas y me dejaron recuerdos no gratos.
Para mí eso de "una imagen dice más que mil palabras" no es un dicho, es una ley.
Las personas pueden hablar durante horas sobre sus sentimientos, sus pasiones, sus gustos, sus razones y sus principios, pero es en la cama, es en el calor del momento, es en ese instante preciso en el que dominan sus instintos y su parte más feral, que su subconciente se revela y se da a conocer como es en verdad, dejando al descubierto la verdadera naturaleza de esa persona.
Esto nos sucede a todas y a todos, es parte de uno mismo, es parte de nuestra naturaleza.
La forma de tocar a la pareja, la forma de acariciarla, la mirada, la respiración, todo nos traiciona al darle rienda suelta a nuestros impulsos, al saciar nuestros primitivos instintos es que nos abrimos al otro y nos mostramos tal cual somos, es inevitable.
Tal vez el otro no se dé cuenta o tal vez podamos recobrar nuestra pose en un instante, pero es precisamente en un instante que quedamos desnudos y vulnerables.
En lo personal me gusta observarlos mientras estamos juntos, se aprende más por la simple observación que por las conversaciones, un gesto o una mueca me puede indicar una cualidad o puede abrir mis ojos a un defecto terrible. Para mí, la forma de acariciar, de tocar, de ver a la otra persona me indica el grado de interés o la intención verdadera detrás de sus palabras.
Experiencias más, experiencias menos, me han hecho una mujer observadora, generalmente no creo ni un 60% en las palabras ya que en el pasado me durmieron con ellas y me dejaron recuerdos no gratos.
Para mí eso de "una imagen dice más que mil palabras" no es un dicho, es una ley.